Aristarain Gigante.
PEDRO
GARCIA: ¡Nosotros, miserables desahuciados, gente echada a la
basura,
escoria
pura, vamos a luchar y a crecer, hasta que lleguemos a tocar la
luz... Seremos gigantes...!
(del
guión cinematográfico de La bandera, de Adolfo Aristarain y
Mario Camus)
Cuenta
Mario Camus que cuando Adolfo Aristarain llegó a España no tenía
nada. Vivía de piso en piso, en una mudanza continua en la que
había un puñado de libros (siempre London, Stevenson, Baroja o
Conrad muy cerca) y sobre todo un grupo de amigos que vivían también
en el alambre de la juventud y de ese oficio que se iba haciendo. He
ahí el propio Camus, Manolo Marinero, Sancho Gracia, Pepe Sacristán,
Manolo Velasco, Hans Burmann y otros valientes legionarios o
marineros que hoy viven retirados, cada uno en su puerto
correspondiente, o ya desaparecidos en la tempestad de la vejez y la
muerte. Y el temible olvido.
Pero
hace muchos años, estuvieron un rato juntos, un instante, y
aprendieron unos de otros, se enseñaron unos a otros, se prestaron y
regalaron libros, se alimentaron de la pasión cinéfila y lectora y
en aquella España oscura y mediocre de los años sesenta crearon una
tripulación que estaba dispuesta a madrugar para salir a pescar sus
merluzas, las que tenían que llevarse luego a la boca. Tripulación
o mejor grupo que estaba dispuesto a cuidar unos de otros, siendo
cada día un poco menos ignorantes, para dar un sentido a la vida,
para triunfar en la vida, en cierto modo. Siguen juntos, aunque
algunos hayan desaparecido, reuniéndose en los episodios de “Los
camioneros”, en el cine de Camus, en el de Aristarain, en las obras
teatrales levantadas por Sancho Gracia o Pepe Sacristán, en lo que
han escrito, en lo que han leído, en lo que han transmitido a otros
cinéfilos o lectores. Y a partir de ahí, de esa dignidad de busca
de “siempre mejorar”, pero también dignidad de extender la mano
al que lo necesita, para ayudarlo, para formarlo, crearon una
camaradería, como si se tratara de legionarios arrojados a un mundo
hostil, contra el que se rebelaron. Ese mundo hostil, como el de
los legionarios de “La bandera” de Pierre Mac Orlan, sólo es
combatido desde el grupo unido. Difícilmente desde el individuo,
siempre más fácil de acogotar y destruir. Los amigos se cuidan
entre sí.
Pero
es posible vivir así, es posible levantar una película con amigos
que se unen para financiar un proyecto porque se apasionan por él,
como en el caso de Aristarain con “La parte del león” o con la
cooperativa de “Un lugar en el mundo”, en la que la ficción está
tan tan cercana a la realidad, siendo quizá la realidad misma. La
rata Aristarain ya era otra cosa, dotada de una fuerza interior, del
espíritu de lucha de un boxeador mejicano en un retrato de Jack
London. Es una manera de combatir un sistema que pretende atar a
todos en una manera de pensar única, para que el individuo no se
rebele y no cuestione ese sistema.
Y así
el joven jugador de baloncesto, Camus, o el traductor Aristarain,
leyendo, leyendo, leyendo, bebiendo, bebiendo, bebiendo (entre
amigos) y trabajando, trabajando, trabajando, dejaron de ser
desahuciados para convertirse en gigantes. Y los gigantes hicieron
muchas películas algunas buenas y otras digamos que no tanto, pero
se hicieron gigantes a sí mismos, independientes, libres, dispuestos
a decir las cosas como las piensan (a unos les gustará y a otros no
les gustará lo que tienen que decir). Antes que a todos ellos les
lleve la nave del olvido, antes que desaparezcan en su fortín, y
también cuando lo hagan, las películas, los guiones, las
interpretaciones de aquellos actores y cineastas, seguirán ahí, en
viejas películas en 35 milímetros, en DVD o VHS arrinconados, en
festivales u homenajes armados por los que les admiran, dispuestos a
susurrarles sus secretos, los secretos que enseñan como dejaron de
ser ratas para convertirse en gigantes.
CAPITÁN
WELLER: Sargento...
SARGENTO:
Dígame, mi capitán...
CAPITÁN
WELLER: Si sale con vida de esto, hágase cargo de mis papeles...
Hay una historia sin final, pero me gusta creer que se puede
salvar...
SARGENTO:
Lo haré, mi capitán...
(del
guión cinematográfico de La bandera, de Adolfo Aristarain y
Mario Camus)
Sergio
Casado, Abril 2013.
El
BAFICI arranca el 10 de abril de 2013 con una retrospectiva que
homenajea el cine de Adolfo Aristarain.
(fotografía: Rodaje de "Un lugar en el mundo", gentileza de José Sacristán)
(fotografía: Rodaje de "Un lugar en el mundo", gentileza de José Sacristán)